6 oct 2010

WAIT, WAIT, WAIT...

Espera, espera porque me estoy agobiando. No digo que seamos los más optimistas del mundo y que pensemos que nos lloverán las ofertas de trabajo cuando hayamos terminado nuestra carrera, pues eso sería ya no ser optimista sino más bien un iluso. Está claro que eso no va a suceder, ni ahora ni nunca (o al menos no en un futuro próximo). Pero debemos tener una mínima esperanza y confiar en nosotros mismos y en nuestras posibilidades a la hora de ponernos en marcha, porque si no, el motor no arranca.

Aunque lo cierto es que leer todos esos comentarios sobre lo negro que pinta nuestro futuro alienta más bien al desánimo. Parece ser que el panorama fuera de nuestras fronteras pinta algo mejor que el patrio o, al menos, eso es lo que refleja la opinión popular. Si desde hace ya algún tiempo una servidora tenía más o menos claro que su futuro no se encontraba en estas tierras, ahora creo que la idea de tener que dejar lo conocido a un lado y partir hacia la aventura va tomando una forma cada vez más sólida.

Pero bien, volviendo al tema que hoy nos toca, creo que lo principal y una de las características fundamentales que debe poseer alguien que se dedica (o pretende dedicarse) al mundo de la comunicación es la confianza en sí mismo.
Hemos de ser capaces de transmitir a quién tenemos enfrente que estamos seguros de nosotros mismos, de tal modo que aunque no sea así, la persona que nos esté observando quede totalmente convencida de lo contrario.
La originalidad, el ser innovadores, proactivos, no tener miedo a los cambios y las ganas de aprender y diferenciarse de los demás son factores clave que nos ayudarán a encontrar trabajo en el mundo de la comunicación. No obstante, son cualidades que nos ayudarán pero no nos garantizan el acceso a un trabajo, ya que si fuera tan sencillo no existiría problema ni miedo alguno.

Hemos de ser la chispa (al igual que la famosa bebida) que una empresa, institución, agencia, etc., etc., necesita. Siempre pacientes, con buena predisposición y ganas de trabajar. Que sencillo, ¿no?

1 comentario:

  1. Es lo que comentamos el otro día del sentido común. Me fascina lo "sencillo" que es y lo poco que lo cumplimos.

    Lo primero es darnos cuenta, bravo, para después aplicarnos la técnica. ¿Rendirnos? ¡¡Jamás!! :)))))

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